
El bloqueo creativo es ese momento incómodo, frustrante y silencioso en el que las ideas simplemente no fluyen. Es como si de pronto tu mente se quedara en blanco, como si lo que antes salía con naturalidad ahora se escondiera detrás de una puerta cerrada. Todos los que trabajamos en áreas creativas lo hemos sentido alguna vez. Algunos colegas lo describen como una niebla mental, otros como una voz interna que cuestiona todo lo que intentan crear, otros simplemente dicen que es como estar estancados, atrapados en un espacio donde nada parece tener sentido ni valor. Y aunque puede sentirse muy personal, no estamos solos. Es parte del proceso.
He visto diseñadores con años de experiencia quedarse mirando una pantalla vacía durante horas, y también lo he vivido en carne propia, en esos días en que ni siquiera sé por dónde empezar. Pero con el tiempo he entendido que el bloqueo creativo no es una señal de que no somos creativos, es una pausa. Un síntoma de que algo necesita atención. A veces es estrés, a veces es agotamiento, otras veces simplemente es miedo a no hacerlo lo suficientemente bien.
Para evitarlo, hay quienes recomiendan alejarse del trabajo por un rato, cambiar de entorno, salir a caminar, ver una película que inspire, conversar con alguien que piense distinto, volver a las raíces de por qué hacemos lo que hacemos. Y cuando ya está instalado el bloqueo, la clave no siempre es forzarlo, sino moverse. Hacer algo diferente. Dibujar sin pensar. Escribir sin juzgar. Crear sin esperar que todo sea perfecto. Picasso decía que la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando. Y eso también ayuda: seguir, aunque sea lento y aunque cueste.
Elizabeth Gilbert, autora de “Big Magic”, habla del miedo como compañero inevitable del proceso creativo. No se trata de eliminarlo, sino de aprender a convivir con él sin dejar que tome el volante. Y eso me parece profundamente liberador. Porque entender que no estamos solos en esto, que hasta los más grandes creativos del mundo también se bloquean, también dudan, también se caen… nos da permiso de seguir adelante, con paciencia, con curiosidad, con amor por lo que hacemos.
A veces la mejor idea llega justo después del momento en que pensábamos rendirnos. Por eso, aunque el bloqueo llegue, que no nos paralice. Que nos haga respirar más hondo, mirar hacia adentro y volver a intentar. Porque crear sigue siendo uno de los actos más humanos y valientes que podemos hacer.
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