
Una de las lecciones más poderosas que he aprendido como creativo es esta:
Las personas no compran productos, compran cómo los hacen sentir.
La mejor forma de vender no es hablarle a la razón… es hablarle al corazón.
Cuando usted intenta vender únicamente desde lo racional —precio, características, beneficios— le habla a la mente consciente del cliente. Y ahí comienzan las dudas:
¿Realmente lo necesito?
¿Vale lo que cuesta?
¿Y si lo encuentro más barato?
Pero cuando vende desde el sentimiento, se conecta directamente con el subconsciente.
Y ahí es donde ocurren las decisiones más profundas, esas que muchas veces no se explican con lógica, pero que se sienten correctas.
Algunos ejemplos que seguramente ha visto:
- Coca-Cola no vende gaseosas. Vende alegría, unión familiar y el espíritu de la Navidad.
- Apple no vende teléfonos ni computadoras. Vende estatus, elegancia y exclusividad.
- Disney no vende entradas ni películas. Vende fantasía, emoción y aventura.
Eso es branding emocional. Es neuromarketing. Es conectar con lo que realmente impulsa a las personas: emociones, deseos, recuerdos, aspiraciones.
Y no importa si usted tiene una gran empresa o un emprendimiento pequeño.
Si vende camisetas, alimentos, servicios, artesanías o experiencias…
No venda el producto. Venda la emoción que provoca.
¿Su producto genera tranquilidad? ¿Alegría? ¿Motivación? ¿Nostalgia?
Descúbralo, comuníquelo… y verá los resultados.
El sentimiento es la vía más directa hacia el corazón del cliente. Cuando usted logra emocionar, ya no está vendiendo, está conectando. Y esa conexión es mucho más poderosa que cualquier promoción o descuento. Así que, la próxima vez que piense en cómo vender su producto, no empiece por lo que hace. Empiece por cómo hace sentir.
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