
Como diseñador gráfico, he aprendido que uno de los temas más delicados a tratar visualmente es la religión. No porque sea tabú, sino porque representa algo muy profundo para muchas personas y puede generar reacciones muy distintas dependiendo del contexto. A veces nos encontramos frente a un proyecto donde nos preguntamos si está bien incluir una cruz, una cita bíblica o alguna referencia espiritual. ¿Está bien hacerlo? ¿Es mejor evitarlo? ¿Cómo mantenemos neutralidad sin perder intención?
El diseño tiene ese poder invisible de comunicar sin decirlo todo de forma directa. Pero cuando hablamos de temas religiosos, lo que para algunos puede ser inspiración o fe, para otros puede ser exclusión o imposición. Y eso cambia completamente la percepción del mensaje. Por eso, muchas marcas prefieren no arriesgar.
Un ejemplo claro es Coca-Cola. Durante sus campañas de personalización en Estados Unidos, no permitieron que la palabra “Jesus” fuera impresa en las botellas, por una política interna de neutralidad. Lo curioso —y polémico— es que otras palabras como “Satan” o nombres de dioses mitológicos sí pasaban sin problema. Esto generó muchas quejas, especialmente de personas creyentes que sintieron que se estaba censurando su fe. Pero desde el punto de vista corporativo, pueder ser que se intentaba evitar conflictos o malinterpretaciones, ya que el nombre de Jesús está muy vinculado a una religión activa, mientras que otras referencias no se perciben del mismo modo. Irónicamente, intentando ser neutrales, terminaron cayendo en una decisión que muchos vieron como parcial, desde mi punto de vista como diseñador, aclaro que ignoro las intenciones de Coca-Cola con este tema.
Ahora, eso no significa que el diseño religioso no tenga lugar. Por supuesto que sí. En proyectos donde el mensaje está dirigido a una comunidad de fe, o cuando la temática lo amerita, incluir símbolos religiosos no solo es válido, sino que puede enriquecer el diseño. Incluso en trabajos artísticos, espirituales o culturales, estos elementos pueden tener una carga simbólica muy poderosa. He tenido la experiencia de trabajar para proyectos católicos y de hecho, es un gran reto porque tienen ciertas reglas y bases que se deben aprender antes de diseñar, como el uso de imágenes, símbolos, colores, etc. la verdad una experiencia enriquecedora.
Todo depende del contexto, de la intención, y sobre todo, del respeto. Diseñar desde la empatía implica pensar más allá de lo estético, implica entender a quién le estás hablando. No se trata de tener miedo a poner una virgen, una estrella de David o una frase espiritual, sino de preguntarse si eso aporta, si conecta, si representa o si simplemente está ahí como adorno.
Yo creo que la clave está en diseñar con conciencia. No hay una regla fija. Hay proyectos donde lo religioso tiene un valor central, y otros donde puede ser totalmente innecesario o contraproducente. Pero como profesionales, debemos estar atentos, no solo a lo que diseñamos, sino a lo que transmitimos con cada trazo. Y eso incluye reconocer que, en un mundo cada vez más diverso, a veces lo más poderoso no es lo que se dice, sino lo que se respeta en silencio.
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